ROMEO.- ¡Oh, qué santa! Truequen pues de oficio mis manos y mis labios. Rece el labio y concededme lo que pido.
JULIETA.- El santo oye con serenidad las súplicas.
ROMEO.- Pues oídme serena mientras mis labios rezan, y los vuestros me purifican. (La besa.)
JULIETA.- En mis labios queda la marca de vuestro pecado.
ROMEO.- ¿Del pecado de mis labios? Ellos se arrepentirán con otro beso. (Torna a besarla.)
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